La orfebrería peruana en la época del virreinato del Perú comenzó a desarrollarse y a incrementar su valor con la llegada de los españoles. Europa necesitaba metales nobles, los cuales eran muy costosos y escasos de obtener; es por eso que llegaron a América y encontraron Perú como un lugar que les brindó grandes satisfacciones a sus expectativas ya que les proporcionó grandes yacimientos de metales.
Los españoles comenzaron a saquear todos los templos y cementerios para conseguir las piezas necesarias de oro y plata para que estas sean derretidas y puedan ser trasladadas por barco a Europa. Asimismo se descubren grandes minas en el Cerro de Potosí además de otra en Huancavelica y en Pasco. Estas eran consideradas, en aquella época, como emporios de riqueza para los españoles y por ende se dedicaron a explotar estos territorios. Se estima que aproximadamente se extrajeron 1,500 millones de onzas de metales de la mina de Potosí, que representarían hoy en día mil millones de dólares.
Con la llegada de los españoles, llegaron también orfebres españoles que enseñaron a los artesanos peruanos las técnicas de laminar, repujar, incidir y cincelar los metales. En esta época la elaboración de piezas religiosas y utilitarias fueron muy admiradas por su altísima calidad; pues abundaba gran cantidad de materia prima al igual que los artesanos que la elaboraban.
Luego, ciudades como Lima, Cusco, Arequipa, Puno y Bolivia, conocidas como Alto Perú, se convirtieron en los lugares más importantes de producción en donde abastecían los metales y los artesanos fueron trasladados. Esto ocasionó, como consecuencia, que en algunos de estas ciudades se formen empresas mineras.
Antes de la llegada de los españoles, los plateros indígenas eran vistos como un grupo con prestigio social debido al arte que elaboraban. Sin embargo, a comienzos del virreinato esta visión fue transformada de modo que ahora eran usados y maltratados por los españoles para su conveniencia ya que los hacían trabajar por largas periodos sin un control de las piezas que se producía. Los plateros indígenas llegaron a un punto en el no estaba en sus manos el control de su tiempo ni el de su pago de impuestos, pues se veían forzados a hacerlo. Por otro lado, los plateros europeos, criollos y mestizos gozaban de un gran prestigio dentro de la sociedad colonial ya que tenían relación con los mercaderes, el clero y la sociedad. Ellos se dedicaron a elaborar objetos para darle forma a la plata.
Durante la colonia, la plata era muy bien apreciada ya que era el eje impulsor de la economía colonial y peninsular. Era vista como un bien de ahorro para quien pudiese acceder a ella, debido a su alto valor económico y era una pieza suntuosa por las manos expertas que la trabajaban.
Los españoles comenzaron a saquear todos los templos y cementerios para conseguir las piezas necesarias de oro y plata para que estas sean derretidas y puedan ser trasladadas por barco a Europa. Asimismo se descubren grandes minas en el Cerro de Potosí además de otra en Huancavelica y en Pasco. Estas eran consideradas, en aquella época, como emporios de riqueza para los españoles y por ende se dedicaron a explotar estos territorios. Se estima que aproximadamente se extrajeron 1,500 millones de onzas de metales de la mina de Potosí, que representarían hoy en día mil millones de dólares.
Con la llegada de los españoles, llegaron también orfebres españoles que enseñaron a los artesanos peruanos las técnicas de laminar, repujar, incidir y cincelar los metales. En esta época la elaboración de piezas religiosas y utilitarias fueron muy admiradas por su altísima calidad; pues abundaba gran cantidad de materia prima al igual que los artesanos que la elaboraban.
Luego, ciudades como Lima, Cusco, Arequipa, Puno y Bolivia, conocidas como Alto Perú, se convirtieron en los lugares más importantes de producción en donde abastecían los metales y los artesanos fueron trasladados. Esto ocasionó, como consecuencia, que en algunos de estas ciudades se formen empresas mineras.
Antes de la llegada de los españoles, los plateros indígenas eran vistos como un grupo con prestigio social debido al arte que elaboraban. Sin embargo, a comienzos del virreinato esta visión fue transformada de modo que ahora eran usados y maltratados por los españoles para su conveniencia ya que los hacían trabajar por largas periodos sin un control de las piezas que se producía. Los plateros indígenas llegaron a un punto en el no estaba en sus manos el control de su tiempo ni el de su pago de impuestos, pues se veían forzados a hacerlo. Por otro lado, los plateros europeos, criollos y mestizos gozaban de un gran prestigio dentro de la sociedad colonial ya que tenían relación con los mercaderes, el clero y la sociedad. Ellos se dedicaron a elaborar objetos para darle forma a la plata.
Durante la colonia, la plata era muy bien apreciada ya que era el eje impulsor de la economía colonial y peninsular. Era vista como un bien de ahorro para quien pudiese acceder a ella, debido a su alto valor económico y era una pieza suntuosa por las manos expertas que la trabajaban.
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